Opinión

Mascarillas

Muy cierto. Dicho así y sin rodeos: estamos de mascarilla hasta las narices, pero llegado el momento de prescindir de su uso (el sábado) en lugares abiertos y no concurridos, la echaremos de menos, por razones, claro, de prevención y de desconfianza. Por si acaso. O la seguirán luciendo los que consideran que la decisión unilateral del Gobierno central, tras la que se intuyen intereses políticos, es precipitada e incluso temeraria, sin un aval sanitario serio, lo cual no parece razón de peso para los que son partidarios de dejar sin efecto su imposición. En cualquier caso, fue, es y quizá lo siga siendo una incomodidad necesaria, sin la cual la propagación de la pandemia se habría desbocado y descontrolado hasta límites difíciles de calcular. También es cierto que suspender la exigencia no obliga a prescindir de la caretilla, y por eso se apela a la prudencia para evitar desmadres y abusos que perjudicarían a todos los ciudadanos y no solamente a los partidarios de no llevarla. Pero ya se sabe cómo funcionan en este país las sugerencias sin amenaza de sanción. Por ello es razonable que la Xunta reclame un protocolo de desescalada, y cabe esperar una decisión sensata del comité clínico que se reúne hoy para analizar su retirada, con criterios objetivos y con datos sanitarios.

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