Opinión

Más que suerte

LO MÁS fácil sería deducir que si los lucenses somos los gallegos que más invertimos en el sorteo de este viernes, se debe a que esperamos alcanzar a través de azar lo que se nos niega por vías de la certidumbre, que no dependen de la chiripa, pero tampoco es eso, o nadie puede pensarlo. Nos asiste, además, el mismo derecho a soñar y a tentar los hados que cualquier otro ser humano. Que la suerte se ponga o no de nuestra parte ya no depende de nosotros. Si las casualidades existen, mantengamos la esperanza; es lo último que se pierde.

Ahora bien, depositar en la providencia la solución de nuestros problemas, a golpe de varita mágica es un error y una peligrosa distracción que conduce al conformismo y a la resignación mal entendida. Nuestro futuro, y el de los lucenses en general, no ha de ceñirse a lo que el antojadizo destino determine depararnos, sino que tenemos la obligación de demandar un trato análogo al de nuestros conurbanos, que por cierto confían menos en la lotería. Tal alternativa no se resuelve al amparo de ningún albur, sino mediante una justa equidad social y el respeto que como ciudadanos merecemos, sin que dependamos de migajas.

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