Opinión

Más odio que orgullo

LO QUE a veces empieza como proclama por las libertades, acaba siendo exhortación al sectarismo y a la intolerancia más radical. Suele ocurrir entre quienes defienden su libertad y torpedean la de los demás. Además de ser una pesadez, esto pasa con la explosión callejera del Orgullo Gay, camino de convertirse en una plataforma exaltada y fanática, marcada por el odio, con ribetes violentos, excluyendo a quienes no les resultan simpáticos.

Ciudadanos padeció esta vez la embestida de quienes se creen dueños y defensores de un colectivo que se merece todo el respeto y que acaba siendo lacerado por elementos perturbadores, con el apoyo de determinados instigadores políticos. Por lo que parece, existe un desmadre incontrolado, muy dañino para quienes defienden, sin interferencias, su condición homosexual. José Luis Junquera, cantante lírico y flamenco, que tuvo que huir de España en 1964 al ser perseguido por su condición sexual, expresó muy claro lo que la mayoría piensa: "Hoy ser gay es lo más normal del mundo, no hay que celebrar nada". Lo razonable para transmitir normalidad sería abstenerse de exhibiciones que solo consiguen acentuar la desigualdad que pretenden erradicar.