Opinión

Mas, mucho más

LA PERSONALIDAD DE Artur Mas es tan poliédrica como el sistema político que le arropa y el judicial, que no hace más que marear la perdiz en un Estado de derecho que asume la indecisión por bandera, no sabiendo si reír sus gracias o gimotear sus torpezas. Mas, es mucho más que cualquier definición. Demonio para sus detractores, mártir abnegado para sí y quienes le arrebujan e indiferente para muy pocos. Arruinó el partido que le nutría y camino va de cargarse todo el escenario, pero de una manera u otra terminará su periplo entronizado en el altar del independentismo, sea por esperado fracaso o improbable éxito. En cualquier caso, será un mártir de la causa, considerado por quienes le ríen la gracia y repudiado por sus maldicientes. Nunca indiferente. Un iluminado, en fin, que no pasará desapercibido para la historia. Dicen que muchos de los suyos son los primeros en solazarse por la condena, lamentando su tibieza, por no sacudírselo de una vez por todas; saben lo difícil que es arrinconarlo en el desván. Enroscado en la capa de la corrupción, en el mantón de la egolatría y en la senyera rojigualda, se siente mucho Mas.

Comentarios