LAS NOCHES en Lugo son sublimes para los gamberros, sin riesgo de que los pillen. Entre tanta y prolongada confusión municipal, los grupos de gobierno, desorientados por chuminadas partidistas, fuerzan a la alcaldesa, o eso dice ella, a enterrar el proyecto de ordenanza cívica, por falta de consenso. ¿Cuándo lo hubo para algo que no sea fijarse los sueldos? Lleva esto a retomar (no se hará) la trasnochada normativa de convivencia, que el BNG, siempre tan preclaro en sus planteamientos, estima suficiente. Pretende que se lo crean. La videovigilancia en las calles, y las multas para control, en localizaciones estratégicas, que proponía el PP, respaldado por PSOE y Cs, no parecía en principio ninguna tontería. Que el sistema surtiese o no efecto, es otro cantar; depende de cómo se aplicase. ¿Qué otra cosa se puede hacer al no existir vigilancia policial en las calles? Claro que de poco sirve filmar a los libertinos si después no se les identifica. La nueva embestida a la fuente de San Vicente, que preside Praza do Campo, en la madrugada del pasado sábado por dos jóvenes que se subieron a la talla pétrea, hace poco reconstruida tras otra arremetida, también se grabó. ¿Y qué?
