EN UN MUNDO tan convulso por avatares diversos, proyectados desde todos los flancos, cada vez es más difícil abstraerse del incordio generalizado. Muchos de los que ahora disfrutan de las vacaciones de julio no alcanzarán el grado de sosiego que se necesita para descansar como lo demandan el cuerpo y la mente, castigados por un año de ajetreo. También es verdad que muchos obstáculos se salvan, pero siempre hay alguno que no es posible. Por ejemplo, al sesenta por ciento de los españoles le resulta imposible desconectar en vacaciones por culpa de su smartphone. No pueden evitar mirarlo en algún momento, según revela el estudio Desco–net–ta, realizado por Pangea The Travel Store, que analiza nuestra dependencia de la tecnología y si somos capaces de desconectar en vacaciones. De hecho, al preguntar a los encuestados cuáles serían sus vacaciones perfectas, para el cincuenta y dos por ciento serían unas en las que se deshicieran por completo del teléfono, pero el veinticinco afirma también que necesita consultar sus redes sociales constantemente y estar en contacto con sus seres queridos. O sea, sí pero no.
