Opinión

Luces y sombras

NADA TIENE que ver lo uno con lo otro. Que el alcalde de Vigo lo sea por mayoría absoluta no implica que algunas de sus reacciones coincidan, unas veces con las de un iluminado, empujado por la arrogancia, y las de una luminaria andante, en otras. Solo así se explica que en el alumbrado navideño vaya a gastarse un millón de euros en relucir 307 calles con nueve millones de bombillas, 1.478 guirnaldas, mil arcos, bolas, árboles... Una horterada lumínica que dejará pequeñas, dice él, a París o Londres. Aunque sea parezca enrevesado, tiene explicación. Con tan opulento lucerío pretende ensombrecer algunas de sus gestiones, como la catástrofe por el desplome del paseo de O Marisquiño, con cientos de heridos. y como lo que intenta es espantar inoportunas moscas cojoneras, prende lamparitas a tutiplén, activando artificios de distracción. A los suyos les sonará a música celestial, con aplausos, pero que no deja de ser un derroche con tintes de malversación. Caballero, como otros muchos alcaldes, prefiere lanzar cohetes antes que gastar el dinero en cosas útiles, que siguen en la lista de espera. Preocupa que nadie se lo reproche en serio, quedando en qué gracioso es el señor. Mucho.

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