Opinión

Lola/Calcetines

Pasaron ya 28 años. En la primavera de 1995, Calcetines, un perro callejero de cinco años, atrajo la atención de los lucenses y despertó el cariño generalizado por su lealtad y nobleza hacia su dueño. Y sobre todo por parte del personal del antiguo hospital Xeral de Lugo, donde fue ingresado su amo y amigo. Calcetines siguió la ambulancia durante kilómetros para apostarse en la entrada del centro médico, esperándole.

Pero su amigo falleció al cabo de algún tiempo, y el chucho quedó al cuidado de miembros del servicio de seguridad, que habilitó para él una caseta. Es un caso más que certifica que el perro es el mejor amigo del hombre, solo a cambio de cariño, como un miembro más de la familia que lo acoge.

Y Lola, un cruce de chihuahua de cuatro años, tampoco ha fallado, no separándose de quien más quiere durante su extravío de 14 horas, en que Germán López, de 86 años, enfermo de alzhéimer y vecino de Vilouzán, en Láncara, permaneció desaparecido, como bien contó Ana Casanova en este periódico. Son situaciones de fidelidad que detestan el perverso e inasumible modo de comportarse de quienes abandonan sus mascotas indefensas de la peor manera posible, porque estorban al iniciar sus vacaciones o por otra excusa despiadada, sin un mínimo remordimiento.

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