Opinión

Lo que diga Puigdemont

LAS DECISIONES de los tribunales de Justicia nunca han sido optativas para el encausado, sino de obligado cumplimiento una vez agotados todos los procedimientos legales. En lo sucesivo vaya usted a saber, tal y como transcurre el panorama, con la ley y el orden a la deriva. El independentista Puigdemont no está por la labor ni por darle el gusto a quienes le inhabiliten, llegado el caso. "Si el Constitucional me inhabilita, no aceptaré la decisión". O sea, lo que él diga. Y estando tan embarullado el asunto, no se sorprendan que se salga con la suya. O que sustente división de opiniones, tan al uso en un país entregado al desbarajuste. Quienes, en teoría, tienen la facultad de someterle al cumplimiento, titubearán de si hacerlo por la tremenda, si aplicar paños calientes o si hacerse el longuis, salvando así los inconvenientes. Y entre tanto, el presidente de la Generalitat autoproclamándose mártir de la causa, a la vez que recurre a Yoko Ono para que le prestigie y respalde en el amparo que casi todos los demás le niegan. Es decir, que cada cual haga lo le pete, que para eso estamos y no para empurar a nadie.

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