Opinión

Jueces/políticos

HABRÁ EXCEPCIONES, pero por lo general los jueces que cuelgan la toga por la política no suelen entrar con buen pie. Salen por pies. Van a por lana y huyen trasquilados. La excepción más conocida la protagonizó Juan Alberto Belloch, ministro y alcalde, y el fiasco más sonoro, Baltasar Garzón. Entre los que optaron por Podemos, la canaria Victoria Rosell hubo de abandonar por sus veleidades, y al juez Yllanes, poco devoto de Monedero, le hacen la cama por no ser disciplinado. Un pequeño desahogo para el lucense Villares que, de momento, le permiten manejar hilos en En Marea. Unos fracasan por defraudar a los que creían suyos y otros por molestar a los de enfrente. Por excesivas ínfulas en determinados casos e impericias del resto. No es lo mismo ejercer de señoría en el despacho que lidiar inconveniencias poco agradecidas. Así que la mayoría procurará volver a lo suyo, acuñados por la incongruencia de dejar la Justicia en manos de quienes se desmelenaron con proclamas partidistas. Que se les suponga probidad no evitará que la sospecha y la desconfianza aletee sobre sus veredictos por impolutos y ajustados que sean.

Comentarios