LAS EXCEPCIONES confirman la regla. Una de ellas, no sé si la única, es la de Juan Alberto Belloch, ministro primero y alcalde de Zaragoza después. Por lo demás, todos jueces que colgaron la toga para calentar escaño o alcanzar poder, con el pretexto de defender el compromiso social de los ciudadanos, fracasaron en sus grupos: Baltasar Garzón, Ventura Pérez Mariño, Victoria Rosell, Yllanes, Dolores Galovart , sin que Carmena esté a salvo. Ahora da el paso el magistrado Luís Villares, candidato para las primarias de En Marea, con opciones de pugnar por la presidencia de la Xunta. Está en su derecho, pero romper el maleficio tampoco parece fácil, por mucho que proclame su intención de aplicar, desde la ambigüedad, xusticia social, que no es lo mismo que judicial, toda vez que las estrategias partidistas lo condicionan todo. En cualquier caso no es esperanzador que entre sus principales objetivos figure, sin más, el desalojo del PP y de Feijóo de la Xunta sin argumentar para qué ni que ofrece a cambio. Es como los que se marcan el intento de reemplazar a Rajoy sin otra finalidad convincente de la de quítate tú para ponerme yo. Suena rancio.
