Opinión

Imposiciones

CIERTO que el gallego, como idioma, precisa de todos los apoyos para que no decaiga el número de parlantes, y aumente si es posible. Lo que no necesita son imposiciones de talibán, desde un radicalismo absurdo. No es lo mismo promover que imponer. El ciudadano está hasta el gorro de exigencias, coacciones y prohibiciones innecesarias, y por eso se rebela haciendo lo contrario de lo que se le exige desde distintos frentes, desde instancias y colectivos que pretenden embutir nuestra lengua con calzador, en detrimento de otras, como el castellano y el inglés, imprescindibles para poder navegar por la vida más allá de Pedrafita.

Un expresidente de la Mesa de Normalización Lingüística se queja y advierte de que el gallego es el único idioma del Estado que ha perdido hablantes, pero no dice nada sobre lo expuesto, como si el receso se debiese precisamente a la falta de látigo. La letra con sangre ya no entra, sino con modales y conductas razonadas, que defiendan la libre coexistencia lingüística, salvo en posiciones idiomáticas que se rigen por la lógica y el buen sentido. Actuando a la brava, debieran de saberlo, nunca conseguirán el objetivo.

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