Opinión

Guardiola, a dos carrillos

CIERTO QUE Pep Guardiola está en su derecho de entregarse al independentismo catalán y de leer mañana el manifiesto en defensa del referendo secesionista en el acto convocado por las plataformas del tinglado, como que también es verdad que no es el único del gremio que traga a dos carrillos, según convenga. Pero el señor Guardiola no podrá evitar que se le recuerde cómo saboreaba el éxito y disfrutaba, o aparentaba hacerlo, luciendo la enseña española y vistiendo la camiseta de la selección cuarenta y siete veces, cobrando puntual y generosamente por ello, o entrenando al Barça en la liga del país que ahora repudia. O haber celebrado por todo lo alto la medalla de los Juegos Olímpicos de 1992 en el Camp Nou. Ya digo, no es el único renegado/transformado que se entrega a la causa, como es el caso del cantante Dyango, que representó a España en Eurovisión, pero su honestidad, si de ella presume, debió de haberle advertido mucho antes del cambio, sin esperar al disfrute de lo devengado. Insisto, está en su derecho de hacerlo, pero el morro que rezuma delata perfectamente la probidad y la ideología de conveniencia del personaje.

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