Opinión

Falconetes

SIEMPRE se dice que además de ser honesto, respetuoso, equilibrado..., en este caso los gobernantes, hay que parecerlo. Y algunos de los nuestros no reúnen las condiciones ni para serlo ni para parecerlo. Es el caso de quienes, en el Gobierno, utilizan el Falcon, considerado avión presidencial, para ir de vinos como si se tratase de asuntos de Estado. El presidente, cuando no para explorar el recinto de la Moncloa, para asistir a bodas de amigos y otros menesteres privados; la vicepresidente Yolanda Díaz lo monopoliza en vuelo hacia el Vaticano, fingiendo sumisión pesarosa y devoción dogmática ante el Papa, pecadora que es ella. Solo falta que eche mano del VC-1A para su particular suma (?) emprendida, con desplazamientos largos, tediosos y costosos. Y la celebérrima Irene Montero, aparentando una cruzada feminista, para ir con tres o cuatro amigas a merodear en torno a la Casa Blanca y trasladar fotos a las redes sociales en las que se adivina que la holganza les sienta bien. Dicen las malas lenguas, haberlas haylas como moscas cojoneras, que en su caso le consintieron el uso del aparatejo para avivar las protestas de los ciudadanos, tan bien se llevan entre ellos. Y lo peor es que todos estos falconetes, o como se diga, rehúsan dar las explicaciones que se les reclaman.

Comentarios