Opinión

Excomuniones

SE ENTIENDE que la Iglesia utilice sus armas para alcanzar sus objetivos, y que el Papa amenace excomulgar a mafiosos y corruptos, con lo cual, por su elevado número, reduciría ostensiblemente los propósitos de salvación eterna de la humanidad. Otra cosa es que los potenciales afectados sean receptivos a la advertencia, que les dé igual lo que el Vaticano concluya sobre su situación espiritual, cuando de lo que están absorbidos es de bienes materiales, sin que el infierno interfiera para nada en sus trajines. Y si hay algún presunto preocupado, será la excepción. Claro, y sin ningún ánimo de comparar la mística con el fútbol, es como si el Real Madrid o el Barça taponan las puertas del Bernabéu o del Nou Camp a un señor que jamás vio un partido ni piensa hacerlo, ni le suenan Cristiano o Messi, como no sea por sus devaneos fiscales. O sea, está muy bien que el Pontífice haga cuanto esté de su mano para reparar problemas terrenales, como debería hacerlo cualquier persona con capacidad de opinión influyente, pero utilizar exhortos tan incorpóreos como el de la excomunión como arma arrojadiza, más bien es mezclar churras con merinas.

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