Opinión

Excesos de la RFEF

EN LOS ambientes deportivos, más en el mundo del fútbol, fue muy sentida la trágica e inesperada muerte de José Antonio Reyes, con una repercusión mediática a tono con la trayectoria del jugador internacional, ya en el ocaso de su carrera como integrante del plantel del Extremadura. Pero nada de ello, por mucho que se ensalcen el reconocimiento y los méritos contraídos, justifica el inesperado aplazamiento por parte de la Real Federación Española de Fútbol de siete partidos de la penúltima jornada de Segunda que iban a disputarse el domingo para este sábado, por la extorsión y el quebranto que ello produce en el organigrama deportivo de los equipos, los que juegan fuera ya desplazados, caso del Tenerife, rival del Lugo, otro de los perjudicados, y a los propios aficionados, trasladando el espectáculo a jornada laboral. ¿Cómo se corrigen o compensan tales perjuicios? ¿Habría actuado de igual manera el órgano federativo si el fallecido, en vez de ser un jugador conocido, como lo fue Reyes, hubiese sido cualquier otro perdido en el anonimato? No, y es ahí donde radica sobre todo la improcedencia de una medida desmedida que evidencia la desigualdad en el trato. Están muy justificadas las críticas.

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