QUE NO todos lo perciban, o solo alguna vez, no quiere decir que no vivamos en un gran estercolero, sencillamente porque generamos mucha más basura de la que somos capaces de eliminar. Estamos rodeados de residuos por arriba y por abajo. Rosa Montero lo precisa en un concluyente artículo. Cada año acaban en el mar más de ocho millones de toneladas de plástico, equivalentes al peso de 14.000 aviones de los grandes. Y se calcula que para 2050 habrá en los océanos más toneladas de plástico que de peces. Hay islas de desechos, algunas cuatro veces más grandes que España. Por encima, en el Everest, el punto más alto de la tierra (8.848 metros), se acumulan ochenta toneladas de residuos (botellas vacías de oxígeno, baterías, latas, envases de comida, tiendas de campaña, cuerdas... ) que dejan los escaladores. No es todo. Está también la basura espacial, todos los desperdicios que orbitan nuestro planeta: restos de cohetes, de satélites... Según la Nasa hay danzando en el espacio 500.000 objetos de entre uno y diez centímetros, y más de veinte mil de mayor tamaño, algunos tan grandes como una estación espacial, a una velocidad de más de 27.000 kilómetros por hora.
