Opinión

Estamos rodeados

LO QUE algunos pudieran entender como casualidad o coincidencia en el tiempo, no lo parece. Forma parte de la trama que permite el Gobierno tomar aire mediante la desigualdad manifiesta. Otro sometimiento a los independentistas, abusando de su debilidad. ¿O les parece casual que el Gobierno liberase de peaje dos autopistas, con recorrido en Cataluña, a la vez que insiste en implantar el pago por el uso de las autovías? No lo parece, todo está perfectamente urdido. Rendirse a las exigencias soberanistas conlleva que paguemos todos los contribuyentes los peajes eximidos, revirtiéndolos gratuitos para los usuarios en la AP-2 y AP-7 (477 kilómetros), lo que supone para las arcas del Estado un coste anual de más de quinientos millones de euros, pero que podrían suponer cerca de ochocientos, al margen, claro está, del agravio comparativo respecto a las demás redes viarias de coste. Porque si no quieres caldo, dos tazas. La ministra de Transportes vuelve a la carga, tras recular Ábalos, su predecesor, y quiere consensuar el peaje para paliar el déficit de mantenimiento de las carreteras, apelando a exigencias de Bruselas sobre gasto público. Y como el gasto público se acentúa con la exoneración, ¿también lo asume Bruselas? Estamos rodeados.

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