Opinión

Erre que erre

SONDEOS. Son lo que son, sondeos. Los de intención de voto, a veces aciertan, se aproximan otras y las más pifian. En el caso de las elecciones catalanas puede, pues, ocurrir de todo. Pronostican equilibrio, pero hay más posibilidades de no afinar que en otros comicios cualquiera. De todas formas, el independentismo no se desploma en
las encuestas, ni mucho menos. Y eso sí llama la atención después del amargo y fracasado intento, con las nefastas consecuencias económicas y sociales, que a la vista están. Que quienes arruinaron las expectativas de la región más próspera del Estado (fugados, en el trullo…) sigan gozando del beneplácito de dos o más millones de catalanes, es asombroso. Apoyar la tozudez y la irresponsabilidad de los frustrados dirigentes, que solo van a lo suyo, equivale a agrandar la herida y a hundir en la miseria a miles de personas ajenas al delirio, con el fanatismo, el desvarío y la exacerbación como arma. De poco sirve que insinúen renunciar a la unilateralidad o sugerir diálogo con el Gobierno; ya se verá como recaen en el erre que erre de la fantasía y ofuscación secesionista. Y si dialogasen, sería para más de lo mismo.

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