Opinión

Disuadir peleas

Se entiende muy bien la inquietud por la proliferación de peleas nocturnas, en especial trifulcas juveniles, algunas con lesiones y consecuencias graves, propiciadas por el consumo de alcohol y drogas, como también parece muy razonable que vecinos y hosteleros demanden mayor presencia policial en las zonas de ocio nocturno. Y que se apliquen medidas disuasorias instalando cámaras de videovigilancia, entre otras. Porque que la Policía descarte el aumento de grescas callejeras, apelando a que la sensación de su aumento se debe a la difusión de los altercados, es situarse fuera de la realidad. Bien es verdad que los agentes no pueden, por razones obvias, estar físicamente presentes cuando se engendran las peloteras; ni todo se arregla con detenciones (casi una docena este mes) una vez consumadas, pero sí se reducen en gran parte con medidas preventivas, intensificando sobre todo la vigilancia policial, que por lo que se desprende es insuficiente, con el propósito más que nada de disuadir o desalentar las refriegas. Ahí es precisamente donde radica el recurso más efectivo; si los alborotadores son sabedores de que los agentes controlan de cerca sus extralimitaciones, patrullando zonas conflictivas, se cuidarán de no entablar escandaleras, con las excepciones inevitables.

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