NO HACE TANTO, además de amenazarlos con que viene el coco, ignorando o no el grabado de Goya, a los niños se les advertía que desperdiciar el pan era pecado, admonición que a veces surtía efecto. No estaría por demás recuperar la exhortación para sosegar el desmedido desperdicio de alimentos. Según la Ocu, España es uno de los países que lideran este nefasto ránking de tirar comida: ocupa el séptimo lugar en Europa. Cada semana van a la basura 1,3 kilos de alimentos por hogar, lo que viene a significar el cuarenta y dos por ciento de lo que se compra, más incluso que en la industria alimentaria (39%). El resto proviene de restaurantes (14%), comercios y distribución (5%). La suma de todo ello arroja nada menos que 128.000 toneladas de comida que se desaprovecha, lo que sin duda es una barbaridad imperdonable habiendo como hay tanta hambre en el mundo. Pero tan llamativo o más es que en la agricultura se malogra más del ocho por ciento de sus productos, antes de que lleguen al consumidor. Es oportuno, pues, que la Ocu lidere la iniciativa de aprobar una ley que impida o reduzca el desperdicio de comida.
