Cualquier cosa. Falta por saber si se trata de una estrategia orientada a disuadir al ciudadano para que deje de dar el coñazo y opte por no ir al Concello, salvo en casos de apremiante necesidad (pagar tasas y recibos, por ejemplo), o una ligereza operativa como otras a que nos tiene habituados el gobierno municipal en su maquinaria burocrática. Enlatar la atención al público desde el 010, sin la mediación de ningún operador vivo al que pedir explicaciones, facilitando toscamente los números con los que acceder vía telefónica a los diferentes departamentos, es una prueba evidente del agravio que alimenta el Ayuntamiento para entorpecer gradualmente sus relaciones con el administrado. Porque a las dificultades derivadas de la insufrible e injustificada cita previa, aderezada por la intransigencia de algunos de los actores, se suma ahora el obstáculo funcional que impide acceder sin barreras con los diferentes servicios, e incluso concertar la cita programada. Falta por saber si los teléfonos que facilite el aludido autómata están en disposición de atender los requerimientos, o solo algunos de ellos, con lo cual se garantiza avivar el cabreo y la desesperación de los ciudadanos, cansados de soportar abusos y desatenciones en muchos de sus intentos a la hora de gestionar y resolver sus trámites. Más allá del recochineo, el aguante tiene un límite.
