Opinión

Chaves y Griñán

EL GALIMATÍAS de las responsabilidades políticas de los partidos en casos de corrupción es fácil de entender, empezando por cómo aplican la presunción de inocencia si el marrón cae en casa, y crucifixión si es en la del vecino. Es lo que se llama equidad y equilibrio en defensa de la moralidad. Pero lo más sorprendente es la facilidad con que se desentienden políticamente de quienes meten la mano en la caja, incluso si es durante años. Basta con que el interfecto renuncie a la militancia o al cargo, y aquí no pasó nada, como si quienes tienen el deber de controlar lo que se guisa en los entresijos de los cocederos no fuesen responsables, sea por acción u omisión, de los desbarros. Al final todos miraban hacia otro lado, aparentado decencia en vez de indecencia. Que un juez determine que Chaves y Griñán sabían del desfalco de los Ere andaluces no es ninguna sorpresa ni novedad. Y viniendo de donde viene, tampoco sorprende que la dirección nacional de los socialistas no asuma la responsabilidad que le toca; si choca que se muestre tan segura de la inocencia de los procesados. Pudiera, pero las sospechas (fundadas) son otras.

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