Opinión

Cervezavirus

ES UN sinuoso recoveco de la vida misma. Siempre que surge una desgracia, cualquier quebranto o adversidad, al quite siempre aparece alguien que recoge puntualmente el guante para lucrarse de la coyuntura. Puede que no siempre sea para mal. Si es en beneficio de la sociedad, el reparo pierde consistencia, como cuando se maneja el manido refrán de «no hay mal que por bien no venga» para emitir un mensaje optimista ante aquellas situaciones que, en principio, no son buenas pero que, en el futuro, pueden ser provechosas.

Con el coronavirus pasa tres cuartos de lo mismo, si se tienta el rédito del delicado momento. Algunas funerarias, por ejemplo, no se lo pensaron dos veces para incrementar sus tarifas, exprimiendo el morbo y la codicia en su máxima esencia. Pero también se dan casos en los que el infortunio agudiza el ingenio, como trampolín comercial.

Es el caso de la cervecera mexicana que, aprovechando el lance, registró una nueva marca. A principios de marzo el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual recibió una solicitud pidiendo utilizar la denominación del virus para comercializar cervezas y bebidas sin alcohol con la marca ‘Coronavirus’. A buen seguro, el morbo también acabará por refrendar el éxito consumista.

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