Opinión

Casares/Fole

RELEER a Carlos Casares siempre es un placer, reiterado al aproximarse su Día; un deleite por la llaneza de su depurada prosa, un goce por sus anécdotas y vivencias. Cuenta que siendo estudiante en Compostela visitó un día a Ramón Piñeiro, y en la biblioteca estaba sentado un hombre de presencia descuidada, que no le fue presentado al instante, pero que pronunciaba frases incoherentes, como "el caudillo de España, si señor". Pensó que sería un parroquiano, conocido de Piñeiro, que desde Láncara acudiría a verle. "Este é Fole", le anunció más tarde Piñeiro. "Ánxel, che presento a Carlos Casares". Respuesta de Fole: "Casares Quiroga, si señor". Le costó suponer que aquel era el autor de dos libros ya leídos, Terra Brava y Á lus do candil, que tanto le habían impactado, lejos también de adivinar que con los años publicaría sus Conversas, para la cual convivió con él en Lugo cuatro días imposibles. Fole escuchaba con corrección sus preguntas pero no las respondía. Hablaba solo de lo que quería hablar ("¿Vostede ten medo aos mortos ou non?"), sin atender a lo que Casares inquiría, incluso sobre Cunqueiro o Pepe Gayoso, sus amigos.

Comentarios