Opinión

Caracoles

Esparcir veneno por los espacios urbanos es una temeridad
H ABRÁ opiniones no coincidentes, pero sea cual sea la respuesta, ¿es lícito, se puede o merece la pena, esparcir veneno por jardines o zonas verdes de la ciudad con el fin de eliminar caracoles, y de paso intoxicar, cuando no matar, con tales sustancias a mascotas, animales domésticos y aves? Quien sea el responsable, debería suponerse que el Concello, y de no serlo, en cualquier caso sería el responsable por no controlarlo, ¿ha medido las consecuencias de la temeridad? No lo parece. Como informó este periódico, el primer efecto conocido es el de una perrita muerta, intoxicada al ingerirlo en la franja verde que rodea la muralla, según indicó su dueña. La presencia de caracoles, si es que molestan a alguien, no justifica que se emprenda una campaña de exterminio sin antes valorar repercusiones colaterales. Los propietarios de animales domésticos ignoran en cuáles zonas se reparte el veneno, ni tiene obligación de saberlo si no se señalizan como peligrosas, advirtiéndolo. Y aun así cabe preguntarse si es permisible, y sobre todo si es de sentido común, propagar un riesgo innecesario. Como si no hubiese enquistadas pestes ciudadanas que urgen ser combatidas antes que exterminar caracoles. Solo se necesitan dos dedos de frente para considerarlo o calibrarlo. Todo al revés. Siempre.

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