Opinión

Burka sí, burka no

LA controversia está servida desde que el burka es denunciado en los países occidentales como símbolo de opresión a la mujer musulmana, que lo utilizan como una interpretación del código de vestido del hiyab. Al ser emblema cultural y religioso del Islam es improbable que se erradique por decreto, pero los planteamientos surgidos fuera del mundo árabe también tienen su lógica, no siempre bien interpretada. Holanda acaba de prohibir el uso de todo tipo de prendas que oculten la cara, como es el caso del burka, en espacios públicos como escuelas, hospitales, transporte público y edificios gubernamentales. La decisión, aprobada por unos y repudiada por otros, no es única, ya que existen antecedentes al respecto. Falta por ver o saber si la tolerancia que reclaman quienes usan la prenda sería aplicada por hábitos foráneos en los países musulmanes de donde proceden, muy poco flexibles al admitir costumbres ajenas. Y a la humillación y la opresión que supone para las mujeres árabes, hay añadir lo que significa por razones de seguridad, pues oculta parte de la fisonomía o identidad de personas que pueden hacer uso del burka para fines indeseables, como sería el terrorismo.

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