Opinión

¡Ay, licencias!

EL SOLO hecho de que el dimitido responsable de urbanismo en el gobierno local lucense reconociese, sin rodeos, que en el que fue su departamento no manda el concejal, evidencia de por sí el desbarajuste y la disfunción del extraño negociado, cuyo desatino más perceptible es la injustificable demora en la concesión de licencias. Retraso, y eso es de una gravedad extrema, que incluso fuerza a empresas que tenían planeado instalarse en Lugo, a trasladar el objetivo a otro lugar donde el procedimiento municipal no entorpezca sus previsiones. Como si Lugo estuviese sobreexcedida de demandantes para asentarse aquí. Lo denunciado por el insumiso Miguel Couto, al afirmar que "en dos años no fui capaz de sacar informes adelante", no desenmaraña el embrollo burocrático del enredo urbanístico, pero sí deja traslucir el alcance del desorden, con incidencia muy directa en los intereses y voluntades de los ciudadanos que no dan crédito al retraso, conculcando sus derechos. Y, sobre todo, no sustenta la excusa fácil e infantiloide de la alcaldesa atribuyendo el problema al PP (¡qué raro!) por limitar la contratación de trabajadores. La inoperancia parece deberse a argumentos más confusos, y la regidora, sea lo que sea, es la primera responsable. Urge una solución.

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