Opinión

Armas

SON TANTOS que la inercia desvía la atención. Así y todo no se concibe que en Estados Unidos mueran cada año cerca de cuarenta mil personas por tiroteos indiscriminados, una media de cerca de 95 al día, a manos de individuos armados, como lo están la mayoría de los ciudadanos del país más avanzado del mundo. Desde 2011 fueron más de doscientos mil los abatidos. Para Donald Trump es, parece, un problema de majaretas más que de propagación de rifles y pistolas, sin advertir que un chiflado sin cachorrillo con que encañonar no se sería peligroso, y sí lo es con él a tiro, como puede serlo un cuerdo armado, volviéndose majara. Ya en otro escenario, llama la atención la prodigalidad de muertes por arma de fuego en la provincia de Lugo en los primeros años del siglo pasado, según recoge José de Cora en su apasionante Historia criminal de Lugo. Se colige que todos los jóvenes iban a romerías y ferias armados, desfundando con una facilidad pasmosa por banales motivos que podrían saldarse con buenas razones. Todo ello porque el control debió de haber sido inexistente, con independencia de que eran otros tiempos. Hoy cuesta entenderlo.

Comentarios