Opinión

Argucias/mentiras

PASANDO muy de puntillas sobre la gravedad institucional, por no decir penal, del caso Ábalos, recibiendo con nocturnidad y alevosía a la vicepresidenta chavista de Maduro, repudiada por la UE, con prohibición expresa de pisar suelo comunitario, sirve también para profundizar en el talante y el pudor de algunos políticos. Tras una sarta de contoneos para negar lo que finalmente no tuvo más remedio que admitir, corrigiendo aserciones a medida que iba descubriéndose lo que quiso ocultar, el ministro de Transportes y secretario de Organización socialista desveló con su actitud de modales chulescos que la prepotencia es mala compañera: "No me va a echar nadie. Vine para quedarme". Como si la confianza otorgada por los votantes fuese una patente de corso, confiriéndole atribuciones impropias de un servidor público, enfangando el mandato político que debe marcar la gestión de un miembro del Gobierno, nunca al servicio de intereses que le confieren actitudes irresponsables y chabacanas. Seguirá, pero la permanencia del señor Ábalos en el Consejo de Ministros no dejará de un lastre que lo enturbie. El ingenuo ciudadano traga con casi todo lo que le echen, pero la mentira y la chulería suele digerirlas bastante mal. No es fácil que cicatricen así como así.

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