Opinión

Animalada

VAYA por delante que todo lo que se haga en defensa de los animales es poco, pero ello no justifica algunos desbarros que asoman en la nueva ley de Protección y Derechos de los Animales que diseña el Gobierno. Unos, como asumiendo la gracia, la consideran una ‘animalada’, en tanto que otros la justifican. Los cazadores la ven como una "dictadura animalista", que es como la califica el presidente de la Federación Española de Caza, Manuel Gallardo, que aprecia intención clara de elevar a los animales "a la categoría de humanos y rebajar a los humanos a la categoría de siervos de los animales". Quizá se proyecte como pomposidad legal para diluirse en la nada, como otras muchas, pero parece disparatado, por ejemplo, que se fijen sanciones de entre 600 euros, la más leve, y 600.000 para la más grave, donde está también la de 30.000 en el tramo de los casos más livianos. ¿Tiene alguna lógica? ¿Está el horno como para desangrar así a los potenciales transgresores? No lo parece. Excesivo parece también el requerimiento de formación específica para atender una mascota, mediante cursos, en donde parece ocultarse una oportunidad lucrativa. Es decir, un batiburrillo que hace pensar que, más que un precepto proteccionista, lo que se perfila es una atrevida finalidad recaudatoria.

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