Opinión

Agravio al azar

EL LASTRE pandémico engendra escenarios injustos, arbitrarios o caprichosos en muchos servicios o contextos cotidianos; episodios disfuncionales que, pese a las limitaciones para emplear el equilibrio y la prudencia, habría que evitar utilizando sobre todo la cabeza. No se excluyen, claro, los centros escolares, quizá el agobio más difícil de afrontar por razones obvias, en los que también se necesita un mínimo de ecuanimidad para sortear intrigas. A propósito de ello, se entiende el cabreo de una madre que, tras exprimir su tesón, consiguió plaza para su hija de corta edad en un colegio del centro de Lugo (citaba el nombre en su carta de protesta), no por antojo sino porque disponía de los servicios de comedor, una característica ineludible por razones de tipo laboral. Admitida la niña, la desagradable sorpresa surgió al comunicársele, sin pretexto, la poda del derecho a comedor por un reajuste redistributivo de plazas. Pero lo más molesto es la excusa alegada: las nominaciones se hicieron por sorteo, sin explorar o aplicar ninguna otra formalidad, excluyendo por azar a los sobrantes. Es sin duda la peor y más injusta evasiva para zanjar el inconveniente. Debieran saber que la suerte es una fiel aliada de la Primitiva. Nunca como resorte arbitrario.

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