Opinión

Un poco de humanidad

UN GESTO tan solidario y altruista como donar un órgano puede costarle el puesto de trabajo. Como lo oyen. Estos días los donantes en vivo están reclamando una protección laboral similar a la de la maternidad, porque en más ocasiones de las deseadas las empresas se adelantan a que pidan la baja y los echan. Donar un órgano supone un mes o dos de baja y eso es mucho, según parece, en lo que a productividad se refiere. Y esto pasa, aún teniendo en cuenta lo grandioso del gesto y el hecho de que la Administración fomenta esta práctica porque evita gastos a la Seguridad Social y agiliza las listas de espera para recibir un órgano. Ya son muchas las personas que piden a través de la plataforma Change.org una cobertura legal para estos casos. Evidentemente tener una ley a la que acogerse es muy importante, pero parece increíble que pueda haber alguien que despida a otra persona por donar un órgano. ¿Dónde queda la humanidad que se presume que tiene todo ser humano? Se supone que existe antes y muy por encima de las normas que se puedan hacer, pero está claro que a algunos, la poca que les quedaba, se les quedó atrapada en la vertiginosa rueda del capitalismo.

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