Opinión

Un mal necesario

ESA OBSESIÓN de que haya un día para todo llega a tal extremo que hasta hay el día más triste del año. Sí, desde hace ya diez años y fue ayer. Todo empezó cuando una empresa de viajes pagó a un psicólogo para que elaborara una fórmula matemática que adivinara cuál era el día más triste del año y nació el Blue Monday. Es el tercer lunes de enero, porque según dicen es cuando te empiezas a dar cuenta de que la Navidad ya se acabó, que te arruinaste con los gastos de las fiestas, empiezas a no cumplir los propósitos de año nuevo (esos que es mejor no hacer) y estás en plena cuesta de enero. De todo esto solo estoy de acuerdo con una cosa. Con que sea un lunes. Nunca me gustaron los lunes. Hubo una época de mi vida, concretamente en mi primer trabajo, en que los domingos por la tarde ya empezaba a sudar pensando en lo que me esperaba al día siguiente y ahora, hace ya tiempo, que lo elegí como día de libranza -eso sí, cada quince días- porque al no estar en la oficina engaño al subconsciente. Los lunes son pesados y aburridos por naturaleza, pero son un mal necesario para llegar al viernes. Igual que los días tristes, son males necesarios para distinguir los días felices.

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