Opinión

Lista de deseos

LAS FECHAS navideñas son, por excelencia, los días con más tópicos del año. Se hacen balances de todo tipo, se empiezan las listas de los propósitos para el año nuevo, te juntas con gente con la que nunca hablas, las casas se llenan de gente y las mesas de comida, visitas belenes, haces cientos de compras, la televisión repite año tras años las mismas películas de espíritu navideño (¿cuántas versiones habrá de los tres espíritus de la Navidad: el pasado, el presente y el futuro?). En fin, un bucle del que resulta complicado salir aunque no te gusten estas fiestas. No es mi caso. Me gustan, sobre todo la noche de Nochebuena. Es especial. Lo que ya no me gusta tanto, aunque resulte paradójico son tantos tópicos y, sobre todo, no soporto los villancicos, desde nunca. Intento evitar la mayoría, pero siempre acabas sucumbiendo a alguno de ellos. Este año visitaré, por primera vez un belén, concretamente el de Viveiro. Todo sea por ver la sonrisa de mi ahijado. Y aunque hace tiempo que dejé de hacer la lista de buenos propósitos, este año me decantaré por la de los buenos deseos porque, egoístamente, en esa tú no tienes nada que hacer. O se cumplen o no se cumplen.

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