LA PLAGA de la polilla guatemalteca en la patata está haciendo correr ríos de tinta en los medios y generando debates políticos. En las zonas de grandes productores están preocupados y en los concellos ya afectados se debaten entre plantar o no, entre arrancar o dejarlo estar en busca de una solución que no les convence. Se habla de indemnizaciones por arrancar y por no plantar, de investigaciones..., pero nadie se acuerda de la parte social que encierra el problema. Nadie se acuerda de las personas que llevan toda la vida plantando patatas y no conciben, aunque no les haga falta, que pase marzo sin ir a la huerta ‘poñer uns cacheliños’.
