Opinión

Recta final en cuesta para el CD Lugo

EL CAMINO liguero se empina para un Lugo que, inopinadamente, ha optado por dar un volantazo en plena carrera. Quedan quince jornadas en lo que es un largo sprint final liguero hasta junio y, en términos ciclistas, la etapa presenta un perfil duro en lo inmediato y más amable luego. El problema es que si no se sortean bien los puertos de primera que vienen (Osasuna el próximo sábado en el Ángel Carro a las 20.15 horas y después dos salidas consecutivas, a Córdoba y Vitoria) el corredor puede coger una pájara cuando vengan tramos más suaves pero tampoco exentos de dificultad.

Dos derrotas, a cual más dolorosa, acaba de encajar el Lugo, la segunda en Zaragoza (3-1), en el debut de José Durán en el banquillo. Hasta ahí lo negativo, que no es poco. Lo positivo es que el Lugo bien pudo haberse llevado ambos encuentros, en los que fue competitivo. Es decir, que si se tiene paciencia, lo cual está por ver tras todo lo sucedido la pasada semana, los buenos resultados volverán. Y es que es necesario que vuelvan, porque aunque el equipo lleva una buena temporada, con sus momentos bajos también, el trabajo no está ni mucho menos concluido. Como repiten los jugadores y el nuevo técnico, la meta debe ser llegar cuanto antes a los 50 puntos, frontera que el Lugo ve en este momento a 14 puntos (poco menos que cinco victorias) con quince partidos por jugarse.

Hay tiempo suficiente como para asegurar el objetivo, un objetivo realista porque el Lugo, con su mínima estructura, no puede optar a mucho más que a competir dignamente en la Segunda División actual. Desde luego que en un futuro se puede optar al ascenso, y conseguirlo, pero el club necesita un mayor músculo en todos los aspectos (deportivo, estructural, social y financiero) para no morir en el intento.

GIANNI INFANTINO.  Abandone toda esperanza de cambios radicales en la Fifa quien se haya hecho ilusiones con la llegada, previa elección, del dicharachero Gianni Infantino a la presidencia. Infantino no representa nada nuevo. Aunque tras la gerontocracia dominante en el organismo con Joao Havelange y Joseph Blatter, parece poco menos que un revolucionario. Pero no hay que engañarse. La novedad que supone Infantino se termina en su edad (cumple 46 años el próximo día 23). Por todo lo demás, representa continuismo, la perpetuación del stablishment de toda la vida por más que venda una imagen simpática, locuaz y de cercanía, basada en su dominio de varios idiomas y, sobre todo, en su presencia como maestro de ceremonias en los sorteos de la Champions.

Porque es necesario recordar que Infantino ha sido en la Uefa la mano derecha del reaccionario Michel Platini, ahora inhabilitado junto a Blatter por pasados chanchullos. Fueron Platini e Infantino, con la inestimable ayuda de un club que acostumbra a traicionar al resto, quienes dinamitaron el G-14, el embrión de lo que podía haber sido una verdadera Liga europea de clubes al margen del tiránico liderazgo de la Uefa. Como Blatter, Infantino es suizo y desde joven ha mamado en las fuentes del poder.

Es verdad que la opción de Infantino era manifiestamente mejor que la de algunos de sus oponentes, como el bareiní Salman Al Khalifa, a quien se acusa de colaborar con la represión en su país durante la primavera árabe, pero hasta ahí. Infantino siempre ha estado cerca del poder o instalado en él. No es un agente exógeno que llega a la organización, sino que parte desde lo más íntimo, y rancio, de la misma. Sería toda una sorpresa que con él, más allá de la imagen de cercanía que tan bien sabe vender y de algún retoque cosmético e intrascendente, la Fifa cambiara en algo.

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