Opinión

El final de la rebelión

TRAS LA revuelta vivida en Hungría hace casi un mes, en la última carrera antes de las vacaciones veraniegas, el Mundial de Fórmula 1 recobró el domingo su versión más ortodoxa, la del discurso único, la que impone el martillo contundente de Lewis Hamilton, vamos. En Spa, un circuito que siempre proporciona carreras espectaculares, no hubo el más mínimo conato de rebelión. Bueno, hubo uno muy pequeño, de décimas de segundo, las que estuvo en cabeza Sergio Pérez en la primera vuelta, situación de apuro solucionada con eficacia por Hamilton. De ahí al final, el campeón se paseó sin la más mínima oposición. Sí, bueno, Rosberg se mantuvo siempre cerca, pero no lo suficiente. Y Vettel, que bastante hacía con marchar tercero, tentó demasiado a la suerte al realizar solo un cambio de neumáticos. Tanto que uno de ellos le estalló en carrera. Entre la superioridad de los Mercedes y tanto contratiempo de los rivales, el Mundial se agota sin emoción. Un año más.

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