Opinión

Coste salarial cero

DEBE RESULTAR algo humillante estudiar la carrera de Económicas, y desempeñar puestos cada vez de mayor responsabilidad para llegar a decir que las empresas funcionan mejor cuanto menores son los salarios y más barato cuesta despedir. Hombre, para eso no hace falta ni estudiar el bachillerato: basta saber un poco de aritmética y tener algo de sentido común. Los faraones construyeron las pirámides bajo ese concepto, sin que entonces estuviera ni siquiera inventada la carrera de Económicas, y fueron mucho más allá de lo que van los presidentes del Banco Central Europeo y del Banco de España: aplicaron el coste salarial cero. Si al coste material del transporte y los materiales, hubiese habido que añadir el coste salarial de los obreros, las Pirámides habrían salido mucho más caras. La gran ventaja de los esclavos era que, además de no cobrar nada, no tenían sindicatos, aunque el coste cero fuera imposible, porque los esclavos comían. Más aún, la experiencia les demostró a los capataces que había que darles bien de comer y programar las suficientes horas de descanso para que rindieran en su trabajo, porque se demostró que era más barato un esclavo bien comido que un esclavo enfermo.

La gran ventaja de los esclavos era que, además de no cobrar nada, no tenían sindicatos, aunque el coste cero fuera imposible, porque los esclavos comían

El capitalismo, que comenzó con jornadas laborales propias de la esclavitud, descubrió con agudeza que unos trabajadores bien pagados podrían comprar lo que las fábricas producían, y, de esa manera, se alimentaba el sistema. Por el contrario, cuando los salarios son cada vez más bajos y la ocupación laboral más precaria, las familias no se endeudan, primero porque apenas tienen dinero, y segundo, por miedo a perder el empleo.

De lo que se deduce que los capataces de las Pirámides eran más avispados que estos ilustres economistas, encumbrados a los más altos puestos, que ponen tanto entusiasmo en la precariedad laboral y en pagar lo menos posible a los trabajadores, que parecen topos del populismo, animadores encubiertos de quienes quieren derribar el sistema. Y, con estos aliados tan potentes, es posible que lo consigan.

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