Opinión

La importancia de una ilusión

BENEDICTA vino a vernos. Reluciente, como nuestros ojos cuando soñamos con Camagüey. Atendió gentil todos los reclamos para posar. Se desprendió del Goya y nos dedicamos a pasárnoslo y decir lo mucho que pesaba. Nos reencontramos en persona con la madre de ‘O que arde’. La miramos extasiados, por esa mezcla suya de fragilidad y fortaleza. Dijo no haber hecho nada importante para recibir tantas atenciones. Pero sí. Para la amiga con la que fui a ver la película, Benedicta encarnaba a alguien que añora. Así que le regaló hora y media de ilusión, de recordarse de niña ante la mujer que tantos valores le había inculcado, quizá sin darse mucha cuenta, quizá sin darse demasiada importancia.