Opinión

Quién toca los tambores

La edición de la Pléiade con la obra de Marcel Proust está a la venta estos días en el quiosco de una localidad media turística francesa. Este año es el centenario de la muerte del autor de En busca del tiempo perdido, judío por su madre y católico por su padre. Entra, pues, en cierta normalidad para un país como Francia la oferta de su obra incluso en un quiosco que presenta múltiples cabeceras de periódicos, con montones como en los mejores tiempos de la venta del papel, semanarios y publicaciones diversas. Incluso puede ser normal, o una señal de optimismo cuando el papel asiste a horas bajas, que haya cola en la caja para pagar. 

Las cabeceras periodísticas —diarios y semanarios— de algunos países colocan en los meses de verano publicaciones extraordinarias —Hors de série, dicen en Francia— con asunto monográfico y abundante paginación. Se trata de suministrar material de lectura en el período vacacional. Este verano domina la guerra como tema. Proust, que sería lo normal en la tradición de estas publicaciones en Francia, ocupa un segundo lugar en los fuera de serie que se ven los quioscos. Abundan, con el monográfico de la guerra, las infografías que comparan los diferentes recursos militares: todo tipo de armamento, personal de los ejércitos y, claro, potencia nuclear. Son los riesgos de este regreso histórico a donde, Europa en especial, pretendía nunca volver. 

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de representantes de EE UU, con su visita a la isla de Taiwán confirma el acierto en el tema de esas publicaciones monográficas con la guerra. François Heisbourg, asesor en asuntos estratégicos, adelantó en un breve ensayo —Retour de la guerre. Edit. Odile Jacob—, antes de la invasión de Ucrania por Rusia, que había que estar preparados para el regreso de los grandes conflictos. La cuestión no acaba en Ucrania, la rivalidad entre Washington y Pekín puede explotar en una guerra de alta intensidad, advierte. 

Donde analistas y comentaristas ven una visita inoportuna, la presidenta de la Cámara de representantes, dice que su viaje a Taiwán es "de paz". Según Le Point, en los dos últimos años EE UU vendió a Taiwán armamento por valor de cinco mil millones de dólares. La isla, a la que se retiraron los nacionalistas chinos vencidos por Mao, fabrica actualmente el 90% de los semiconductores de alta gama que consume el mundo. 

La globalización supone que la guerra en Ucrania se traduzca en carencias de cereales en muchos países del mudo y en riesgo real de hambrunas en los más pobres. Supone también que las consecuencias de hipotéticos conflictos bélicos en otros escenarios, como el Indio-Pacífico, pudieran implicar cambios, paralización, retrocesos en el modo de vida de la llamada sociedad de la información. Nuestra forma de trabajar y comunicarnos puede entrar en riesgo. 

Quién activa los tambores de guerra y con qué objetivo. ¿Hemos de creer que este es un enfrentamiento entre el mundo libre —los buenos— y los autócratas —los malos—, que están en riesgo las democracias liberales por las amenazas del ruso Putin o del chino Xi Jinping ? La señora Nacy Pelosi en Taiwán "muestra una actitud extremadamente peligrosa", dicen desde China. Si la paz es imposible que, al menos sea improbable la guerra, como afirmaba Raymon Aron en 1947.

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