Opinión

Preocupación y decepción

EL CURA de mi pueblo, ya se murió el pobre y no enviaron sustituto, pretendió un domingo explicarnos el misterio de la Trinidad y que lo entendiésemos. Si viviese, podría intentar desde el púlpito el misterio de la no renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Escucho a Sánchez y a sus múltiples portavoces y escucho a Feijóo y a los suyos y no sé qué les impide renovar el CGPJ. Sólo entiendo que el malo, el malísimo, el que lo impide todo es el otro. La conclusión que aparece válida es que los causantes son las dos partes.

Ni en el autobús ni en el metro, nadie explica a los viajeros qué quiere realmente Sánchez y qué quiere realmente Feijóo en ese órgano de los jueces. Lo sospechamos. Cuando se acusan mutuamente desconfiamos sobre lo que hay de fondo. Debe ser mucho. Pero también cabe que estén trabajando por la independencia de la Justicia y mientras no dan con la fórmula que satisfaga al Gobierno y a la oposición, que sería sin duda la que asegurase la independencia del famoso órgano de poder judicial, se ocupan en la busca de palabras para describir la gravedad de la situación, descalificar al otro e incrementar la riqueza de términos descalificativos para que los incorpore la gente al día a día.

La ministra de Justicia aseguró que ella viaja en autobús y en metro. En el transporte público escucha a la gente (sic) hablar del lío que se traen con el asunto de los jueces el Gobierno y PP. Hay una gran preocupación. Preocupación hay, qué duda cabe, pero no sé si va por dónde la sitúa la ministra. Pilar Llop tiene el oído fino y muy selectivo. Podría dirigir una orquesta sinfónica en el barullo de una feria. Un servidor va a pedir cita con el otorrino para que me lo mire: solo he oído hablar del asunto a los políticos. Lo que escucho a la gente va del precio del aceite, las pensiones, lo complicado que resulta llegar a fin de mes y a ver cómo calentamos el agua para ducharnos en invierno. De la calefacción ya ni hablamos. O sea, auténticas ordinarieces a las que no van a descender, lo entendemos la gente, los grandes dirigentes que marcan las líneas de la política europea. 

Pero si con este asunto de los jueces, que no resuelven, Pedro Sánchez habla de ‘decepcionar al país’ por parte de Fejóo y si la ministra oye lo que oye en el metro y el autobús, me temo que como no arreglen el asunto antes de la Feira de Santos no se hablará de otra cosa en Monterroso.

Lamentablemente el cura de mi pueblo ya no está para aclarar el misterio de fondo que impide renovar el Poder Judicial. Podría no meterse en el lío después de la experiencia de la explicación del misterio de la Trinidad: el pobre ya no sabía cómo ni por dónde salir después de largos silencios y respiración forzada. Concluyó abruptamente, es un misterio y esto no se entiende. Como sucede con Sánchez, el PP y el Poder Judicial. No es misterio menor.

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