Opinión

Gozo y serenidad

Las declaraciones de un hombre que alcanzó el alta médica después de más de 20 días de internamiento apuntan hacia ahí

EL EQUILIBRIO que se asienta en la fortaleza mental frente a la adversidad, que libra del temor irracional a la muerte, y que capacita para discernir entre lo que depende de nosotros y lo que no podemos controlar equivale a la felicidad. Es camino, no meta ni manual para urgencias. Si la imperturbabilidad ante la adversidad, que dice Racionero, es envidiable siempre, su necesidad se acentúa en tiempos de incertidumbre como los actuales. Los griegos le llamaban ‘ataraxia’. Ayudan para asentar ese objetivo la reflexión, la filosofía o la la pérdida del temor a los dioses, que dirían los clásicos, y que para un cristiano de hoy sería una fe vivida en la confianza, sin temores a un dios justiciero, como la del Credo que transmite Hans Küng (Trotta).

Las declaraciones de un hombre que alcanzó el alta médica después de más de 20 días de internamiento hospitalario por el coronavirus apuntan hacia ahí. Lo peor, declaraba, habían sido los sentimientos y el estado de la mente, no la pérdida de fuerzas físicas, que también.

El momento invita a volver sobre Luis Racionero, que moría a principios de marzo cuando al fin activaron la alarma. Racionero fue más importante que el hombre que sobrevivió a seis amores. Supo desarrollar los sentidos para degustar el vino, disfrutar a Mozart, gozar el amor o captar los perfumes. Es una afirmación en el arte de vivir, que supone un vistazo hacia atrás, y la confianza en un tiempo de libertad que va a llegar para disfrute de los detalles mínimos y alimento de los sentidos. Para ese arte, "abstenerse —advertía Racionero— puritanos y ascetas, así como glotones y desmedidos". La felicidad se vive en el primer trago de cerveza y sucesivos detalles comunes en días normales, como los que magistralmente, de forma breve pero que se saborean, narra Philippe Delerm. Es la felicidad que no exige hechos extraordinarios. Son acontecimientos normales de los que descubrimos su valor, por su ausencia, en tiempo de confinamiento: un croissant mañanero con el café y los periódicos en la mesa de una terraza soleada, una charla tranquila con una botella de vino y una tortilla, el olor de la hierba, el perfume que identifica a la persona o el tacto que en la proximidad lo comunica todo. Para ser sensual "se necesita virtud": el disfrute viene de dentro.

La presencia en estas noches de confinamiento de Emilio Lledó en los Imprescindibles de La 2 conduce, en otro nivel, por la vía de la filosofía a conocer Epicureísmo (Taurus). Es una sabiduría del cuerpo, del gozo y de la mistad. Nada que ver esta filosofía de la corporeidad y del placer "con esa grosera versión" del epicureísmo de amplia tradición. El recorrido con Lledó muestra la defensa de la vida, del gozo, de la serenidad y de la solidaridad. La misma que transmitía el filósofo cuando recorría su vida en la pantalla nocturna, con imágenes de la ciudad juvenil y universitaria de Heidelberg. Un recorrido que es vida, belleza y serenidad, cuando ya se deja por el norte, el disfrute de viajar con calma por Baden Würtemberg

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