Opinión

Fuera debates

Hay una observación importante de una diputada de Podemos: diferenciar entre defender la abolición de la prostitución e imponer la abolición del debate sobre esta cuestión. El monopolio de la verdad, del criterio y de la decisión rechazan el debate. Una sociedad abierta debería plantear y fomentar el debate, con imprescindible participación de expertos, antes de adoptar o imponer muchas medidas. El debate es una forma de participación ciudadana. Los medios de comunicación, especialmente como obligación en los públicos, el asociacionismo ciudadano o las organizaciones políticas deberían impulsar y tomar la iniciativa del debate plural y abierto. Sería más enriquecedor para todos que el recurso a la concentración y manifestación como única y gran forma de presión. 

No hay monopolio de la verdad aunque la negativa a escuchar al otro, a darle espacio —intolerancia, en definitiva—, se revista con ropajes de falsa legitimación por ideología. La resistencia y la negativa al debate y a la pluralidad es reacción. Es totalitarismo. Los ropajes que se pongan son indiferentes. En nombre del progreso no se puede defender la intolerancia. La defensa de una posición no debería implicar la negativa al debate y a la expresión de posturas que difieran. Es dogmatismo, censura y negación de la libertad. Avanzamos últimamente demasiado por esta vía en nombre de ideologías que sin pedirnos permiso nos quieren salvar. No es nada nuevo: también en tiempos no tan lejanos había grupos que iban a rezar, insultar y ejercer la violencia a las puertas de los cines que exhibían películas ‘inmorales’. Siempre hubo, por la derecha o la izquierda, en nombre del progreso o la tradición, la reacción, quienes pretenden imponer a todos su criterio: En sus excesos se encuentran los extremos: sucede ahora mismo con ciertos neopuritanismos. ¡Vaya si lo sabemos! Durante cuarenta años lo experimentó este país. Los lodos de intolerancia de ahora pueda que vengan de la larga resistencia frente a la Ilustración o el liberalismo político. Ya lo sufrieron muchos bajo el comunismo y el silencio como norma frente a sus excesos. 

Clara Serra, la diputada de Podemos que invitó a no identificar la defensa de la abolición —prohibición— de la prostitución con la censura al debate es filósofa de formación académica y de ejercicio docente. Para eso vale la Filosofía: frente a la imposición de verdades el filósofo propone el debate y la visión plural para andar juntos, al modo machadiano, el camino hacia una verdad que no tiene monopolios de paternidad.

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