Opinión

El burócrata fiel

EL OJO del buen burócrata lo ve todo y no perdona nada. La norma es sagrada cuando se trata de aplicársela, con sanción claro, a un tercero. El buen burócrata —de las administraciones públicas, claro— entiende como un deber que la aplicación del sentido común y la lógica no va con él. ¡Oh, la norma!

La carretera que pasa por delante de mi casa delimita dos concellos. Los contendores de la basura los tenemos del otro lado, en territorio prohibido durante el confinamiento. Pensamos que era mejor pasarse por el forro de las zapatillas la norma y colocar como unos auténticos delincuentes desechos orgánicos y no orgánicos en el contendor correspondiente. A la hora del paseíllo autorizado, cuando ya ellos veían el final del túnel que no se acaba, había que estar atentos en qué lado de la calzada te colocabas. Podías infringir la norma con solo dar tres pasos.

Lo anterior es ridículo. Así lo entendimos. Lo que viene ahora es una crueldad. Anna Vidal es una médica jubilada a la que la Seguridad Social le reclama la devolución de la pensión por trabajar durante un par de meses del confinamiento. Creyó en aquel momento que era su obligación, de ética profesional, regresar al ejercicio de la medicina. Se ofreció y la adscribieron a una fundación que atiende centros de salud en Cataluña. Recibió una remuneración. Lógico. En noviembre le llegó la reclamación de la devolución de la pensión y no se atendió a su recurso. Ahora, con el apoyo del Colegio de Médicos, va a la vía judicial. Esperemos que quien dicte sentencia valore en positivo el gesto de quien abandonó la seguridad de su casa para ofrecerse a atender pacientes. De momento, la Seguridad Social le descuenta cada mes una cantidad, significativa para lo que representa una pensión.

Es más que cuestionable, y por supuesto criticable, la norma que manda a la inoperancia total a los jubilados. Pero en este caso concreto de Anna Vidal es la deshumanización absoluta de los burócratas que pusieron en marcha la máquina confiscatoria. ¿Eran o no una urgencia el personal médico y sanitario en aquellos meses de la pasada primavera? Una cosa es no ser competencia en el mercado laboral cuando se percibe una pensión pública y otra bien diferente es, salvo excepciones muy contadas, condenar al pensionista a la inacción, a la posibilidad de buscar complementos económicos para vivir con decencia. Pero, en este caso concreto de la médica de Manresa, ni de eso se trata. Cumplió con su deber y ahora la penalizan. Lo más pintoresco es que este puritanismo estricto con quien trabaja sucede en el país de la manga ancha ante la corrupción. Por sobresaturación ya son noticias irrelevantes.

Alguien habrá leído el recurso de Anna Vidal cuando contestó a la reclamación de la devolución de la pensión. Y alguien, por encima de un nivel funcionarial veinte, habrá firmado la denegación del recurso que presentó la doctora. Deben concederle una condecoración a ese burócrata. Sugiero que lo vistan con traje gris, camisa blanca mal planchada y cuello almidonado, la cara empolvada como la abuela que quería mantener al extremo la palidez del cutis y que exhiba por las calles el premio de unos manguitos con letras bordadas en hilo de oro por la Real Fábrica de Tapices: Funcionario modelo.

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