Opinión

El eje Berlín-Ourense

Sonaron las gaitas en Ourense y en Berlín, un año antes, se echaban las manos a la cabeza y mostraron algo de vergüenza. El eje  Berlín-Ourense une lógicamente polos de signo distinto. El ritmo de la Marcha del Antiguo Reino de Galicia es solemne pero lento, para disfrutarla. Por eso sonó en A Gudiña: había que saborear el gran esperado. En A Gudiña, con las autoridades gallegas que se subieron al tren que no sé cuántas décadas después muestra la prioridad que representa Galicia para el este Gobierno, Sánchez dixit como dijeron otros antes, allí en A Gudiña faltó un aturuxo y que alguien alto y claro gritase, ¡Meigas fora!

Willy Brand fue el alcalde que recibió al presidente Kennedy cuando pronunció ante un público enfervorizado el ‘Ich bin ein Berlin’ (yo soy un berlinés). La ‘ciudad libre’ vivía los momentos de máxima tensión con la dictadura comunista del otro lado. Willy Brandt ocupó la cancillería y llevó adelante una política de buena relación con la Alemania del Este, en la órbita de la URSS. Por eso, por trabajar para la convivencia, le dieron el Premio Nobel de la Paz. Es un gran referente de la socialdemocracia europea.

Que el nuevo aeropuerto de Berlín Brandeburgo lleve su nombre es lógico. 

Iba a entrar  en funcionamiento en 2012. Pero fue inaugurado en noviembre de 2020. Ni se cumplieron plazos ni presupuesto. «Historia de un fracaso y una vergüenza», administración pública ‘inepta’, opinaba Deutsche Welt (DW) para dar la noticia con un torrente de críticas negativas.  DW es el servicio audiovisual alemán para el exterior, financiado con dinero federal. Es un instrumento para la imagen de Alemania en el mundo. Con el aeropuerto la televisión pública alemana había hecho el ridículo cuando en 2012, en la fecha previa a la de la frustrada inauguración, dedicó grandes reportajes al nuevo aeropuerto. Esta obra fue, dicen algunos, la muerte del mito alemán de la eficiencia y el rigor. 

Cuando el tren de alta velocidad entraba el lunes en Ourense recordé el aeropuerto Willy Brandt, al que se llega si se viaja a la capital alemana en alguna conocida compañía de bajo coste. No son menores precisamente los incumplimientos de plazos con la alta velocidad ferroviaria a Galicia que los que tuvo el aeropuerto berlinés. Ya había anunciado Abel Caballero, cuando fue ministro de Fomento, la llegada del Ave a Vigo para el siglo pasado. O falar non ten  cancelas. Del desfase presupuestario, que en el aeropuerto berlinés fue antológico, tampoco parece que sea una menudencia en las obras ferroviarias de aquí. 

Pero después de décadas de retraso, después de aplazamiento tras aplazamiento, después de más «compromisos de este Gobierno con el Ave a Galicia» que santos e invocaciones tienen las letanías, hombre, tampoco era cuestión de vestirse de largo para la inauguración. Por respeto a los ciudadanos gallegos, y como enmienda a los desajustes en calendario y presupuestos, lo más adecuado era una petición de perdón y un propósito de enmienda a la hora de formular promesas y adquirir compromisos como quien canta las cuarenta en la taberna.

En las televisiones públicas de aquí no escuché nada el lunes que recordase, aunque fuese de lejos, la posición crítica de la DW con el aeropuerto.

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