Opinión

El alma por un selfi

Obama aparece en la foto con Juanma con los brazos cruzados y semblante serio. No será el mensaje que buscaba el candidato popular o los asesores que le llevaron al posado. El exmandatario, que hace turismo y al tiempo caja, puede preguntarse quién es este señor que me colocan aquí o qué hago yo con este tipo. Hay al lado de Juanma una señora que parece estar en la conversación. Será una intérprete. No está claro si Juanma se dirige a ella o si Obama le presta más atención que al político local. O pudiera ser que no acabaron por situarse ni el uno, Obama, ni el otro, Juanma. Juanma se da por sabido hasta en Finisterre, y en la cartelería electoral, que es Juan Manuel Moreno Bonilla, el aspirante popular a seguir el frente de la Junta. 

No sé si a Juanma le aporta algo o todo lo contrario esa foto. A ver si produce unos resultados como la de Sánchez con Biden por el pasillo, camino a ninguna parte.

A Málaga corrió también Pedro Sánchez al posado con el expresidente estadounidense. La foto con líderes estadounidenses es una carencia que le debe afectar mucho al actual inquilino de la Moncloa para dar por culminada su carrera política. Es como la necesidad de hacerse un selfi ante el acantilado. Algunos se arriesgan tanto que acaban despeñados.  Aznar conservará de por vida las cicatrices de la familiaridad con la que colocó los pies sobre la mesa con Bush y Tony Blair. En la foto con Sánchez, a Obama se le ve en el rostro que le pasan factura los años. O que el poder acelera el envejecimiento. O, no hay que descartar, el aburrimiento por el posado con políticos locales en campaña. En la foto con Sánchez el expresidente estadounidense sonríe abiertamente y se le percibe distendido. El listado de temas trascendentes que en quince minutos trataron, según la versión de La Moncloa, no puede ser la causa de esa expresión en el exmandatario. 

Si la única razón es la permanencia o el logro del poder, el mensaje es el selfi, sin más

La política y el mensaje puede reducirse a un selfi o a una foto. Tras una entrevista que no cumple los objetivos que esperaba para sus intereses, Birgitte Nyborg, la líder política en la interesante serie danesa Borgen, le propone al secretario de Estado norteamericano hacerse un selfi. La foto de ambos en un parque en la capital bávara es todo el mensaje que la política danesa sitúa en Twitter: «con el secretario de Estado en Múnich». El desplazamiento urgente desde Dinamarca a Baviera se traduce en positivo —mentira— con la foto en Twitter. La información en la red se reduce a eso. Estar informado de lo que sucede como se ve en la serie, no se logra con las redes. Pero estas sirven al objetivo de la popularidad y la simpatía.

Un hábil asesor de prensa e imagen contribuye a que la protagonista, que era una política con principios, acabe como víctima del poder en el ámbito público y en el  personal. Si la única razón es la permanencia o el logro del poder, el mensaje es el selfi, sin más.

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