Opinión

A la jefa QK

Hay dos tipos de despedidas: las tristes y las menos tristes. Pero, claro, siempre son tristes. Las primeras son aquellas que llegan cuando nadie quiere. Pero llegan. Y las segundas, son más fáciles de digerir. Sabes que se tienen que producir. Que tarde o temprano iba a llegar; aunque las dependencias emocionales te tiren del brazo.

Pero al final, se trata de eso. No tanto de crecer profesionalmente —que mucho— sino de crecer como persona. Un carnicero se aburre de afilar cuchillos; y un albañil quiere construir una casa, no solo hacer hormigón.

Como diría la gran Rosalía ‘Tu x Mí, yo x Ti’. Y así ha sido. Moita sorte QK, gracias por espabilarme de la vida tantas veces.

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