Opinión

Tamames

He ignorado la moción de censura. No solo hoy. Vengo pasándola por alto desde que se anunció, prueba de que no me interesa mucho. No he podido evitar, sin embargo, recordar el tiempo en el que yo y los que me rodeaban entonces percibíamos a Tamames como a un gurú al que convendría escuchar, así que desempolvé su libro sobre estructura económica de España. Mi memoria no me fallaba, porque está claro que me interesó mucho: está subrayado de pe a pa.

Y en esta relectura, ahora superficial, encuentro explicación a aquella vieja fascinación universitaria y me llama la atención la actualidad de algunas de las cosas que sostenía en su libro, cuya primera edición, veo, es de 1967, aunque la mía, ya revisada, es evidentemente muy posterior. Entre las primeras ideas que tengo subrayadas figuran la de que no se dedicaba una atención suficiente en el país a los problemas del medio ambiente. Trata también la irreparable devastación poblacional sufrida en muchas regiones por los fuertes procesos migratorios hacia los grandes polos económicos. Casi me quita el aliento por lo actual que me resulta todo.

Pero, claro, es inevitable que en una obra así haya muchas cosas que suenan a superadas. En cuanto caigo en sus reflexiones sobre la peseta o las cajas de ahorro empiezo a pensar que puede que sea muy interesante su análisis, pero que definitivamente es de otro tiempo. Quizás por eso ni los que nos interesamos hace muchos años por Tamames estamos hoy dispuestos a dedicar tiempo a escuchar lo que tenga que decir, por mucho que la suya haya sido una mente brillante.

Ahora casi solo me hace pensar en lo sano, valiente y honroso que puede ser saber despedirse a tiempo. Y me pregunto, de paso, qué puede llevar a alguien con más pasado que futuro a creer que puede salvarnos. Solo se me ocurre que hay vanidades que son irreductibles y que es una pena tirar así por la borda un legado.

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