Opinión

Reapertura de la embajada

A EMBAJADA de España en Kiev, cuyos integrantes fueron evacuados a Polonia el 25 de febrero, al día siguiente de iniciarse la invasión rusa de Ucrania, en un convoy escoltado por los Geos, reabrirá sus puertas en breve, según anunció hace unas horas el presidente Sánchez. Intentará volver a estar activa junto a otras doce legaciones.

Es este un acontecimiento que causa cierta perplejidad. ¿Por qué se fueron podría uno preguntarse? ¿Y por qué regresan cabe repreguntarse? Es esta ida y vuelta, este irse cuando había que permanecer y regresar, cuando no se sabe si tiene sentido volver, una muestra elocuente de las contradicciones de la comunidad internacional en este conflicto que, eso sí, sigue cursando con cierta sensación de que cuando acaba la retorica, inexorablemente la fuerza va imponiendo la voluntad de quien la ejerce sobre quien la soporta por disponer de una patentemente menor.

Hablar y viajar en medio del ruido es algo que se ha ido intensificando con el paso de los días del conflicto, pero con los efectos limitados, limitadísimos que las palabras tienen ante los misiles. Ya escribió Cicerón, y ha llovido lo suyo, que las leyes callan cuando las armas hablan, y eso parece que no ha cambiado. Bueno, puede que las mentes ilusas de los que gritan no a la guerra, alberguen la esperanza de que sus voces detengan a los tanques. La cosa está no obstante por acreditar.

Lo que se percibe es mucho voluntarismo, demasiados énfasis y pocos resultados, eso sí, la sociedad europea ha empezado a sufrir algunas consecuencias, por cierto, no así, o no tanto la norteamericana, cuyos mandatarios llevan la voz cantante del frente común de oposición a Putin.

La verdad es que esta situación es un reflejo de lo que en este tiempo sucede. Pudiera decirse que frente a las acciones de fuerza no hay capacidad de reacción. Incluso, como ha sucedido en este conflicto, todos aseguraron que no opondrían fuerza a la fuerza, de tal manera que despejaron de antemano las dudas que al respecto pudiera tener el agresor.

Cabe preguntarse acerca de los ánimos y las armas que proporcionan a Ucrania para que combata. ¿Es bueno o no lo es oponerse al invasor? ¿Por qué el pacifismo imperante no invita a los ucranianos a allanarse para evitar que se causen víctimas y la destrucción que está teniendo lugar? ¿Por qué los ucranianos han de luchar solos y deben hacerlo, cuando los demás ni se lo plantean?

La reapertura de las embajadas no parece que tenga mucho sentido si la diplomacia no tiene espacio en el que pueda desenvolver sus habilidades. Alguien dirá que es un mensaje, una muestra de apoyo, una manera de infundir animo, una manifestación de confianza. Y probablemente es así, pero los misiles son ajenos a esos gestos. Bueno, sirven para que tenga lugar lo que no queda más remedio que encarar cuando la derrota es inevitable.

Recuerdo que en el temario de las oposiciones del Cuerpo Jurídico Militar había un tema muy significativo: los bandos de guerra como forma excepcional de legislar. Lo traigo a colación para llamar la atención sobre lo que me parece obvio, por más que una actitud socialmente dominante tienda a ignorarlo. No se puede manejar lo excepcional más que con medidas de ese carácter. Todo lo demás es vano. Y de ello se aprovechan los que vulneran las reglas, sobre todo en el ámbito internacional. Y ahí estamos... reabriendo embajadas en medio de los proyectiles.